Luisa llegó a Canapote a los 13 años, cuando entre el caño y el barrio aun había casas que daban al agua. En aquel entonces, a ese sector le decían Mala Palabra y, aun sin alcantarillado —cuando los desechos tocaba removerlos manualmente de las casas—, el caño no estaba tan contaminado como en los años recientes. “Aquí se pescaba. Y yo vi sacar sábalos y yo vi sacar lebranche. Entonces, aquí era una fuente de alimentación para los moradores”, cuenta.

Pero en los años recientes el caño ha cambiado. Ella sostiene que, como los peces, si los habitantes de Canapote no hacen algo por defender el caño, ellos también serán erradicados. “El mayor problema es la afectación del medio ambiente. Nos estamos ahogando por el estado en que se encuentran los canales, se nos están cayendo los puentes, el colegio del barrio también amenaza con venirse al suelo y las calles están llenas de barro debido a las lluvias en esta temporada”, dijo hace unos años.

Como líder, Luisa cree que es fundamental educar a los jóvenes para que apropien de su barrio y de su comunidad. Desde la Junta de Acción Comunal tiene un proyecto llamado Guardianes Ambientales en el que enseña capacidades de liderazgo para defender el medio ambiente. “Esta carretilla la empujamos todos para mantener limpias nuestras calles, nuestro barrio y las áreas como el parquecito bajo el puente Romero Aguirre. Esto es sinónimo de progreso, de solidaridad y es deber de la comunidad cuidarlo”, dice Luisa.