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Historia 25

La lucha de Rosita Avilés por los derechos LGBTI

Historia 25
La lucha de Rosita Avilés por los derechos LGBTI
Esta historia hace parte de #25HistoriasDeEsperanza de Transparencia por Colombia. Esperanza de cambio en contra de la corrupción.

Producción: Transparencia por Colombia. Fotografía: Diana Rey.

Rosita Avilés Hernández ha convertido su dolor en fuerza: tiene el deseo ferviente de que otros no sufran la discriminación y la violencia que ella ha vivido por cuenta de su identidad de género

Rosita Avilés Hernández ha convertido su dolor en fuerza

Tiene el deseo ferviente de que otros no sufran la discriminación y la violencia que ella ha vivido por cuenta de su identidad de género. Es por esto que, junto con cinco de sus amigos, ha trabajado para poder abrir Montelíbano Afirmativo, una organización que busca proteger los derechos de las personas Lgtbi en las zonas rurales de Córdoba.

Es por esto que, junto con cinco de sus amigos, ha trabajado para poder abrir Montelíbano Afirmativo, una organización que busca proteger los derechos de las personas LGTBIQ+ en las zonas rurales de Córdoba.

La historia de Rosita no ha sido fácil: los paramilitares le dieron doce horas para salir de su natal Tierralta, pasó noches durmiendo en el parque de Montería y vendió su cuerpo para poder sobrevivir. Pero luego, en Montelíbano, pudo comenzar una nueva vida que ha dedicado a la defensa de los derechos LGTBIQ+.

Allí fue dónde fundó en 2018 la Corporación Montelíbano Afirmativo. Y, en los seis años que han transcurrido desde entonces, ha encontrado tanto retos como grandes victorias.

“Ser marica no es igual en una vereda, un municipio o una ciudad”, dice Rosita. Ella explica que son una población más cohibida y que se esconden más porque sufren la discriminación de la familia, la sociedad y los grupos armados. Es por estos últimos que también tienen que saber muy bien hasta dónde pueden llegar y hasta dónde pueden incidir: “en las grandes ciudades la población LGTBIQ+ puede marchar ‘teta boliada’, en cueros o como ellos quieran, más en nuestro territorio no es así. Todo se debe hacer con respecto y dignidad”.

Aun con las limitaciones de vivir en un territorio conservador y con una fuerte presencia de grupos armados, Rosita cuenta que han logrado poco a poco más libertad. En julio de 2024, la organización Montelíbano Afirmativo hizo un torneo de microfútbol al que familias y niños “fueron a ver jugar a las maricas y se tomaron fotos”. Rosita ve esto como un gran logro y se siente satisfecha y contenta de poder mostrarle a los jóvenes LGTBIQ+ que pueden vivir en la tolerancia y que pueden brindar amor.

Otro reto que se convirtió en logro fue cuando en conjunto con Caribe Afirmativo y Transparencia por Colombia, Rosita asistió a unos talleres de veeduría de recursos. Al principio, ella fue escéptica a la posibilidad de que las personas LGTBIQ+ rurales pudieran hacer este tipo de control ciudadano debido al conflicto armado. Aun así, la iniciativa surgió y dio frutos.

En capacitaciones a madres gestantes y en talleres sobre VIH, descubrieron que las personas que los dictaban no tenían la formación necesaria para dar este tipo de cursos. Es decir, las acciones de Montelíbano Afirmativo lograron la mejoría del uso de recursos para la enseñanza sobre salud sexual para la población LGTBIQ+.

“Ser líder LGTBIQ+ es complicadito”, dice Rosita pero, hoy por hoy, su vida y su lucha han sido el motor de hitos clave para la comunidad en lo rural. Su empeño ha permitido la ampliación de derechos y su convicción le ha llevado más allá de lo que ella muchas veces pensó que una persona así podría llegar.

“Ser marica no es igual en una vereda, un municipio o una ciudad”, dice Rosita.

Ella explica que son una población más cohibida y que se esconde más porque sufren la discriminación de la familia, la sociedad y los grupos armados. Es por estos últimos que también tienen que saber muy bien hasta dónde pueden llegar y hasta dónde pueden incidir: “en las grandes ciudades la población Lgbti puede marchar teta bolida, en cueros o como ellos quieran, más en nuestro territorio no es así. Todo se debe hacer con respecto y dignidad”.

Aun con las limitaciones de vivir en un territorio conservador y con una fuerte presencia de grupos armados, Rosita cuenta que han logrado poco a poco más libertad. El mes pasado, Montelíbano Afirmativo hizo un torneo de microfútbol al que familias y niños “fueron a ver jugar a las maricas y se tomaron fotos”. Rosita ve esto como un gran logro y se siente satisfecha y contenta de poder mostrarle a la población Lgbti joven que pueden vivir en la tolerancia y que pueden brindar amor.

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