Por: Andrea Velasco Muñoz
Opinión- 1 diciembre de 2023
Debido a esto, el diseño institucional anticorrupción ha sido más reactivo que preventivo, pues predominan políticas de corto plazo y con poca coordinación y articulación entre instituciones, con metas y objetivos que no apuntan a los temas más estratégicos para reducir la corrupción.
Es importante considerar que la corrupción ya no se entiende como un problema aislado donde actúan unos pocos individuos, sino que se comprende como un fenómeno sistémico en el cual participan diversos actores, tanto legales—como empresas y partidos políticos—como ilegales— bandas criminales y organizaciones narcotraficantes—. Por ello, luchar contra la corrupción implica enfrentarnos a un problema que trasciende las fronteras y que opera en acuerdo con el crimen organizado.
Esta complejidad ha sido visible en grandes escándalos de corrupción como Odebrecht, donde estuvieron involucrados varios países de América Latina o, para el caso particular de Colombia, en Centros Poblados y el Cartel de la Toga.
Entender la corrupción de manera sistémica y atender a los cambios en las dinámicas propias de esta implica, por supuesto, una transformación en la forma de combatirla.
Por ello, es necesario reflexionar acerca de cómo abordar el problema, cuál es el diseño institucional anticorrupción, cuáles los mecanismos utilizados para reducirla y cuáles son las medidas para recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones. En especial, pensar en aquellos resultados concretos que reflejan el compromiso político de luchar contra la corrupción, porque muchas veces se promete en campaña, pero cuando inician los gobiernos, no se observan las acciones.
En resumen: si la corrupción cambió, la lucha contra este problema también debe cambiar. Por eso, en Transparencia por Colombia desarrollamos una propuesta que plantea un enfoque sistémico de abordaje del fenómeno, compuesto por cinco elementos, para que las instituciones, sectores y sistemas del país tengan mayor articulación, coordinación y se ajusten a los nuevos retos que plantea la corrupción. Estos son los cinco puntos:
- Estrategia Nacional de Lucha contra la Corrupción y la entidad coordinadora de la misma. Se considera fundamental una visión estratégica de lucha contra la corrupción y de largo plazo, que sea liderada por una entidad con autonomía y capaz de coordinar los esfuerzos anticorrupción.
- Fortalecimiento de las capacidades institucionales de la Arquitectura Institucional Anticorrupción. En la lucha contra la corrupción todas las entidades son corresponsables a la hora de fortalecer las capacidades institucionales, mejorar la coordinación y articulación en los procesos de lucha contra la corrupción. En el marco de esta corresponsabilidad, debe resaltarse que los procesos de lucha contra la corrupción (prevención, detección, investigación, judicialización, sanción y reparación) son interdependientes, y la falla en alguno puede afectar a los demás. Igualmente, dentro de estos procesos deben tenerse en cuenta las demandas ciudadanas y propender por la articulación con el sector privado y la sociedad civil.
- Estrategias sectoriales y por sistemas. Cada uno de los sectores y sistemas del país se enfrenta a diferentes tipos de corrupción especializada que sólo puede ser combatida desde las entidades que cuentan con los conocimientos y capacidades específicos. Por ejemplo, la corrupción asociada con el tráfico de maderas nativas requiere del conocimiento específico que tienen las entidades del sector ambiente, sobre las especies de árboles, zonas protegidas y consecuencias para el ecosistema,
- Estrategias por ámbitos prioritarios. Existen temas transversales a todas las entidades que generan ambientes propicios para combatir el fenómeno (participación ciudadana, transparencia, contratación pública, entre otros).
- Abordaje territorial. Atender a las necesidades y capacidades de los territorios para luchar contra la corrupción es vital y por eso los territorios deben tener una estrategia propia, ya que la corrupción tiene unas expresiones diferentes en lo local. No es lo mismo la corrupción en Buenaventura, que tiene un puerto marítimo, que la corrupción en Medellín.
Estos cinco puntos son una propuesta para repensar la lucha contra este problema que no solo implica recursos perdidos, sino también víctimas: personas a las que no se les garantizan sus derechos y que no reciben atención en salud, alimentación o educación. Por ellos y por todos, es necesario cambiar la forma en la que combatimos la corrupción.
Para ampliar esta propuesta, consulte el siguiente enlace: https://transparenciacolombia.org.co/arquitectura-institucional-anticorrupcion/